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Trump ha marcado el camino para quien quiera saltarse la democracia

Con su campaña de descrédito del sistema electoral estadounidense, Donald Trump ha marcado el camino para futuros candidatos con mal perder y poco aprecio a la democracia. Las elecciones presidenciales en Estados Unidos tienen unas normas anticuadas y demasiado variadas que ofrecen innumerables oportunidades de levantar sospechas y presionar para cambiar los resultados. Arreglarlo supondría un acuerdo amplio entre republicanos y demócratas que no parece fácil. En muchos aspectos, los intereses de ambos partidos están directamente enfrentados.
Trump ha marcado el camino para quien quiera saltarse la democracia
Fuente: elaboración propia.

La imagen de un partidario de Trump con los pies apoyados en el escritorio de la presidenta de la Cámara de Representantes en su despacho del Capitolio de Washington ya ha pasado a la historia. Sin embargo, el asalto a la sede del poder legislativo estadounidense por parte de una turba convencida de que a su líder le han “robado” las elecciones, y azuzada por éste, es solo la culminación de un proceso mucho más largo para desacreditar el sistema electoral estadounidense. Una operación de derribo que tiene un culpable, Donald Trump, pero que el propio sistema ha facilitado por no corregir a tiempo sus numerosas deficiencias. 

Un precedente peligroso

Los puntos ciegos del sistema están allí desde hace años, solo era cuestión de que llegara alguien con la voluntad de explotarlos. Alguien que no temiera desafiar a las tradiciones políticas consideradas sagradas y al que tampoco le importara la condena de los medios de comunicación tradicionales. El sistema no estaba preparado para un líder así. Y a medida que Trump ha traspasado todas las líneas rojas, tampoco ha llegado la esperada reacción unánime de la sociedad en defensa del proceso electoral. Los legisladores republicanos, por ejemplo, han necesitado temer por su propia seguridad para siquiera plantearse un rechazo explícito a Donald Trump. 

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No todo ha ido mal. El poder judicial, siempre criticado por el sistema de nombramiento de los jueces por parte de los políticos, ha funcionado. Trump no ha conseguido que un solo tribunal avale su teoría de la conspiración de un “fraude electoral masivo”, ni siquiera ante jueces nombrados por él mismo o en una Corte Suprema con una clara mayoría conservadora. Y a última hora, también algunos líderes republicanos se negaron a  participar en la última operación desesperada para dar un golpe y anular en el Congreso los resultados electorales.

Sin embarg...

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